dilluns, 29 de novembre del 2010

Normafa


La nieve caía con fuerza sobre el tren dónde estaba sentado. Ahora ya no, solo llovía y el paisaje había dejado de ser bonito para ser triste. Nunca me esperaste en la estación. Durante horas paseábamos en la nieve, en las hojas secas, en la hierba verde mientras cantábamos arias de óperas conocidas y desconocidas. Siempre fuiste muy diferente al resto, y nunca me has querido como los demás. Seguiré esperando tu visita, viajaré para recordarte y pensarte. Viajar contigo siempre fue como una bola de nieve en la espalda, fría y sorprendente.

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