dilluns, 20 d’agost del 2012

Hoy es una de esas noches en que la desazón no te deja dormir. De mi verano fatal quizá sea el peor fin de semana. Ya no tengo trabajo, me he tenido que sincerar a la fuerza, me he percatado de lo poco que importo a alguna persona que creía que yo sí le importaba, no correspondo a quien me quiere corresponder y además voy a renunciar a un viaje que podría ser maravilloso. ¿Alguien da más?

Tengo hasta frío. Cuando uno se sincera, bien por decisión propia o por fuerza, corre el riesgo del rechazo. Rechazo es una bella palabra con demasiadas connotaciones negativas. Cuando alguien te rechaza por mucho que prometas que no te separarás de él y seguirá todo como antes, es algo que por dentro te impide tener ganas de verle. No te ha hecho daño, pero no tienes esa necesidad de verle porque antes las cosas estaban mejor. A partir de ahora no puedes mirarle y dejar de sentirte rechazado, un sentimiento que no es demasiado agradable ni ayuda a seguir con la amistad.

Personas que te hacen creer que les gustas o ¡yo que sé! Esas personas que te dan coba durante un tiempo, pero después deciden no hablarte más porque ya no te necesitan, venid a mí, soy vuestro imán, total qué más da... ¿No puedo corresponder a quién yo quiera? Pues se ve que no...

Que luego me llamen pesimista, triste, rancio, y otros adjetivos de esa índole. Los merezco, pero esto se pasa de castaño oscuro. Verano Fatal.

dimecres, 15 d’agost del 2012

Algunos os preguntaréis porqué escribo siempre todo tan triste... Antes de empezar con la tristeza de hoy os confesaré que no suelo expresar la tristeza en público. Nunca dejo que se me vea débil, no sé por qué, ni tampoco me preocupa.

Otra noche triste en este verano fatal y aburrido. Verano que solo deseo que acabe y que, excepto por momentos puntuales y personas a las que adoraré siempre, no vuelva nunca más. Verano en que me he hecho más mayor, como todos, pero que no sé bien por qué no me está sentando demasiado bien. No hay casi cosas interesantes por las que alegrarse. Las noches no dejan de ser inmensas.

A veces (siempre), me equivoco con los hombres, cosa que no ayuda a que todo sea más ameno. Hombres mal elegidos, grandes problemas. Parece que en esto soy un experto, pediré a la universidad el título, porque creo que ya he aprobado todos los créditos.

Y con alguna lágrima que contengo muy bien, me despido de esta noche triste de gaviota.